Geografía en la calle

Geografía en la calle
"Porque allí van las personas del sueño a la poesía" Silvio Rodriguez

jueves, 26 de diciembre de 2013

Esperé


“Zambita cantá
No la esperes más
Tenés que pensar
Que si no volvió
Es porque ya te olvidó
Alfredo Zitarrosa

Un inerte beso
una inconclusa despedida
unas incansables ganas de esperarte
una sencilla manera de autofragelarse

Te esperé dolorido
mientras las sombras de tu pecho
se convertían en un alacrán extraviado
que desgarraba a su paso mi intestino

Te esperé consternado
mientras el Vaticano designaba un papa argentino,
la derecha triunfaba otra vez en las urnas,
la policía organizaba los psicóticos saqueos
y vos no adosabas ni un murmullo

Te esperé inspirado
creando los versos que nunca imaginé,
tu silencio lo traduje en metáforas
en una voz que dictaba al oído
las no rimas del destino,
la ironía de un  poema atrevido

Te esperé aturdido
por los ruidos de la ciudad,
te busqué en las nucas de muchachas caminantes
en el caño de mi bicicleta andariega
en las semillas de las plantas callejeras
y me choqué contra las caras de la soledad

Te esperé forajido
mientras Mandela nos dejaba el mundo
y los narcos mataban a nuestros pibes,
Salí  a combatir las injusticias
cambié las llaves por las tizas
quise distraer esa recóndita ausencia
pero apenas disuadí mi inocencia

Te esperé esperanzado
de que un día golpearas mi puerta
y me invitaras a tomar un mate,
Recuperar el tiempo de tregua
y rediseñar un viaje a lo desconocido
sin temores, sin rencores

Te esperé expectante
probando la grandeza del sentir
tapé el sol con las manos
y me invadió la noche
la hemorragia del alma
el suicidio del sueño
los dioses del olvido

Te esperé resignado
los días degollaron el credo
se fueron tras los pasos de este año,
la angustia se anidó en el recuerdo
y no fue suficiente tu amor
como para salvarlo del naufragio

“Perfumá esa flor
Que se marchitó
Que se marchitó”
Se diluyen las paredes
y ese raído reflejo,
Se me agota el canto de esta zamba,
 Se desojan con el viento
los marchitos pétalos de tu flor.
Ya no sé lo que es esperar
Ya no te esfuerces
Ya no te espero,
             Mi amor

T!nCh0 


24/12/2013

Fotos: Claudia Serrano
Canción: "Zamba por vos" de Alfredo Zitarrosa, interpretada por Raly Barrionuevo





miércoles, 11 de diciembre de 2013

Manifiesto de Doña Geografía de las Calles

Queridos estudiantes, queridos graduados, queridos directivos y profesionales, queridos futuros estudiantes…queridos geógrafos. Vengo aquí a manifestar mi descontento.
Estoy cansada de mirarme y verme como envejezco sin haber crecido, sin haber jugado con fuego, sin haber percolado fronteras, sin haberme manchado las uñas, sin haber sabido escuchar lo que dice el territorio que es cada parte de mi cuerpo.
Por favor les pido…sáquenme de este féretro! No quiero seguir siendo una monja que reprime sus sentimientos, ¡¡no quiero morirme virgen!! Llévenme a recorrer cada rincón del mundo ¡Quiero agotar mi vida en vida! Quiero mostrar todas las caras que pueda tener, cambiar de color a cada instante; mirarme en el cielo, los lagos, los bosques, los desiertos, los glaciares, en los mares y verme corriendo desnuda en cada uno de ellos; soplando con el viento y volando con las aves; demostrarle a todos mi belleza interna; encontrar la tan deseable armonía.
¡Quiero ser joven! Respirar como joven, moverme de aquí para allá y rejuvenecer en cada instante. Llénenme de ideas que alimenten mi juventud, no cuenten mis años, no celebren mi cumpleaños…prefiero que jueguen con mi cuerpo. Carguen con las más alocadas teorías a cada célula de mi ser, no descuiden ni un pelo. Pero por favor no dejen sus  músculos tiesos en intelectualidad, sáquenlos a liberarse, a practicar justicias. Quemen mi cabeza con el sol, llenen mis brazos con los de la gente que día a día me construye, encandilen mis ojos con rebeldía, ablanden mi corazón con poesías, sequen mis salivas en discusiones, compartan mi alma en asambleas, descuarticen mis dedos con las tizas…pero por sobre todas las cosas MANCHEN MIS PIES CON BARRO!!
Compañeros, ustedes son el corazón de mi pecho y la gente la sangre que drena por las arterias de la Tierra. Nunca paren de bombearme, cada segundo es un volver a nacer. Fíjense que tengo millones de venas abiertas en mi cuerpo…SALGAN A COMBATIRME, a subsanarme, a coartar mis hemorragias. Pero no se crean los eruditos y piensen que por haberme visto sin ropa un par de veces, ya tienen la fórmula perfecta para seducirme y curar mis heridas. Las heridas sangran porque están contaminadas, están pervertidas, están amedrentadas, están aburguesadas, están aburridas, están lucradas, están hambrientas, están desposeídas de sus riquezas. Para curarme colóquenme en las calles, háganme encontrar con el pueblo, ahóguenme de utopías y predíquenla todos juntos…SI me escucharon bien: TODOS JUNTOS!..Siémbrenme en cada barrio, en cada campo, en cada choza, en cada casa; levántenme en sus banderas y grítenme en sus gritos…CONVIERTANME EN SU LUCHA!!!
  Transfórmenme en artista, no me vean como alguien cuadrado ni economicista. Yo no soy palabras que se aprenden de memoria sin sentido, para que con un pequeño silbido de mi amigo tiempo se vayan todas al carajo. Yo no soy una computadora que analíticamente sabe donde tengo cada una de las estrías, las manchas, los lunares y las líneas de mi cuerpo. Soy más que eso, soy la historia que se cuenta con mil voces, soy el habla de los enmudecidos, soy la boca que escupe a los poderosos, soy la tristeza de los desplazados, soy un crisol de razas, soy un mundo donde caben muchos mundos. Es por eso que quiero ser artista, para pintarme de todos colores, para dejar volar mi imaginación, y poder cantar lo que quiera, en el idioma que mejor me caiga, con la sexualidad que más me identifique. Y sí, ser artista para dibujar los mapas con cualquier elemento que encuentre…moldear con las piedras, redondear con el viento, iluminar con estrellas, dar relieve con arena, barnizar con agua; poner el SUR, llenar las referencias con resistencias contadas por la gente; des construir lo unívocamente montado y llenarlo de colores que sonrían con la risa de la cada persona besando la Tierra.
Señores y señoras, jóvenes y viejos, quiero recordarles que yo NO soy NEUTRAL, por si no les quedó claro….o me quemo con fuego o me quemo con hielo. Dejen de hacerme patear con la pierna derecha, yo quiero dominar mi pierna izquierda como me enseñó el gran Diego y hacerle el amor a la historia. Vengan súmense ¡¡hagámoslo juntos!! Y contemos lo que no cuentan en mi TEMPLO. Libérenme del molde que no quiero ser un exquisito bizcochuelo con baños de crema, rodajas de frutas y sofisticadas recetas, para quedarme sentada esperando que me coman los pocos elegidos que pueden conseguirme, y generar el deseo cada vez más codicioso. Prefiero ser un pan casero, sin descuidar los saberes, pero amasado con humildad para que pueda ser comido por quien quiera abrir las alas.
Porque soy cultura, quiero que me tomen como su instrumento de lucha y salgan a dispararme en un aula, en un despacho, en las calles; como les he pedido en este enunciado. 


T!nCh0

25/02/2011 

Fotos: Claudia Serrano

jueves, 5 de diciembre de 2013

Silencios

Tus silencios
tienen algo de inseguridad,
 es que están colmados de ruidos
que suenan como un metrónomo
con una percusión fuera de tiempo

Tus silencios
son acaso una omisión
de palabras abstemias
con sentimientos enmascarados,
anclados en la egolatría de tu naufragio,
dejando impotente la otra orilla

A esos vocablos mudos
los oigo con tu voz desafinada
como  gorriones cantando
un domingo por la tarde,
como niños contando
sus secretos a la luna

De tu anárquica prudencia
acaecen mis sigilos,
la zozobra del afónico
que habla con su consuelo
y su extrañar porfiado,
inventándole un mezquino paisaje
a un auditorio sin melodías

Entre tus silencios y mis silencios
existe un río que se bifurca  en dos
que se abre para disertar otros caminos
e irrigar nuevas ilusiones de libertad,
uno con destino al norte,
otro con destino al sur

Pero para este pacto afásico
sólo nos queda el tímido alivio
que a ambos lados de las bocas
nos estaremos preguntando
cada uno desde su morada
cuándo y para quién corresponderá
el grito que siempre prosigue al silencio

T!nCh0
 


05/12/13

Fotos: Claudia Serrano

lunes, 18 de noviembre de 2013

Del caminar, del amor y de la felicidad

Caminando sobre un hilo

Camina prendido de un hilo
asumiendo los riesgos del fracaso

Avanza degollando los miedos
de encontrar sus yo enemistados

Transita burlando penas
mutando de dolor a movimiento

Se traslada sintiendo la estabilidad
que desde lo profundo viene asomando
 
Va pedaleando el tiempo
mientras las cobras lo impulsan hacia abajo

Sólo mira el confín más cercano
y al delirio le concede el más lejano

Se suelta del último sostén
y se lanza al azar del equilibrio

Se ríe de sus tristezas
y desgarra en gritos los silencios

Trasgrede todas las estructuras
y se fuma su propia locura

Va creyendo ser más libre
o tal vez un poco menos mundano

¿Acaso eso es la felicidad?


La no-felicidad y la estupefacción del “amor”
Tenías razón, eso que alguna vez llamamos felicidad no existe ni nunca existió. Porque en verdad aquello que vivimos cuando creímos sentir nuestro pecho hinchado por el otro, no era más que un simulacro de lo que el común de la gente denomina felicidad. ¿Hinchados de qué? De tus egos, de mis egos, de esa aura que veíamos el uno en el otro capaz de sacarnos una sonrisa de una realidad que poco se asemejaba a la realidad, ya que a ciencia exacta puedo contar con los dedos de las manos las veces que nuestros tactos entraron en contacto. Sí, claro que sentíamos que por más esporádico que fuera esa prematura contracción del tiempo y del espacio en el que nuestras esencias se entrecruzaban bastaba para alimentar el aura que rozaba la idealización; pero no era más que un mutuo estado de embobamiento, de querer llenar nuestro vacío, nuestra soledad, colmar ese saber en-falta que el psicoanálisis define cuando habla del sexo; toda ese déficit podía atiborrarse mediante un puñado de cosas que tenías vos que me gustaban y quizá en mi escaseaban, y viceversa; aquello era mezcla de deseo, posesión y obsesión. Bueno y para las cosas que no nos gustaban existía un par de palabras mágicas que con recurrencia son usadas como guías en cualquier relación de a pares: ceder y construir. Ceder aquello que  me sobra o no cuaja con el estereotipo que los ojos del otro  quieren ver y someterse al posible cambio, para animarse a transitar la alocada desventura de construir con alguien que  poco tiene que ver conmigo ni mi historia, sólo esas ganas de creer en que es posible una construcción de algo sin forma y sin nombre pero cargado de sentimientos. ¿Acaso eso es el amor? Un estado transitorio pero continuo de estupefacción en donde no hacemos más que sentirnos poderosos e invencibles, siendo capaz de cometer la locura más alocada entre las locuras a costa de un deseo o una obsesión o una posesión, sin otorgarnos un pequeño margen a premeditar las consecuencias que la magnitud del acto conlleva.
Pero como bien decís vos todo es transitorio, o acaso uno no sabe que lo escupen al mundo desde el útero de la madre y nos echan a andar por el corto o medianamente largo recorrido al que nosotros mismos apodamos vida, para encontrarnos con más o menos gloria, según el caso, con la inminente muerte. Es un transito que  al avanzar va dejando marcas por los caminos que raspa a su andar, pero no es un boomerang que vuelve al mismísimo lugar desde donde partió, o mejor dicho puede volver a ese inicio pero con otras formas ya que el acotado tiempo que transitó ya formó parte de su pasado y decantó en su movimiento algún cambio. Así todo pasa y para quien lo prefiere entender desde la óptica de la termodinámica, seguro eso no se estará perdiendo, simplemente se está transformando en algo nuevo. El problema está en el grado de estupefacción al que uno logra llegar ante el otro y cuánto deja de ser uno mismo para creer que es dos, mientras el orgullo del yo se pierde en esa mezcla inconclusa y peligrosa, en donde se somete a una jugosa disputa de poderes del ceder y no ceder, de construir o destruir. Y es en la mezcla donde las diferencias afloran como manchas en la piel, y ambos se dan cuenta que el aura era simplemente un destello de los ojos de la persona amada, una puerta de entrada al mundo real de la pareja en donde se intentará que no existan dominantes ni dominados, sino parejas lo más parejas posibles. Puerta que se abrirá para quien quiera seguir, quizá los encuentre ingresando de la mano con las mismas ganas o quizá alguno/a entre en duda y se escape sin dar muchas explicaciones antes de ingresar. Hay que tener cuidado porque el hilo del que prende una pareja es tan finito que al que lo encuentre más desprevenido probablemente lo pondrá frente a una des-pareja y lo desmantelará más de la cuenta. Así ambos volverán a creer que todo es transitorio, y se estará replanteando si esa felicidad por la que se desvivían hasta hace poco tiempo realmente existe o alguna vez existió.
En fin, la felicidad, aquello que nos hicieron creer desde niños con castillos de Disney, es una fábula, una falta y también un resto. Cuántos filósofos y poetas peleándose por definirla sin darse cuenta que era eso que pasaba lejos de los libros, por el lado externo de su ventana. Porque ella como tal no existe, sólo existe  un camino para andar que es habitado por esa máquina de sentimientos que dice ser el hombre, queriendo fabricar cada tanto una satisfacción que de color a sus días y lo aleje del temor a la muerte.






T!nCh0


18/11/2013  
Fotos: Claudia Serrano

domingo, 17 de noviembre de 2013

Río gris

Me encontré confiscado frente a vos
 tu inmensidad me dejó disminuido,
desde el entrecejo advino el mareo
del movimiento emergió el miedo,
encerré las sonrisas en una botella
y la lancé buscando la otra orilla


El día se volvió gris
una gaviota se atascó en mi garganta,
los ojos se empañaron con arena,
lloré con tu agua amarronada,
 la costa sedimentó el habla,
no hallé tus brazos del consuelo

Y ya no entendí lo que veía
no sé si eras un río o un mar,
no sé si miraba la margen argentina
o a las dunas del  Uruguay,
no sé lo que buscaba tras el horizonte
mucho menos lo que sentía tras mis pupilas

Al diablo se fueron las certezas
rugieron los juncos el desmedro
la hojarasca se clavó entre mis dedos
los barcos no encontraron el puerto
 y en el reflejo del crepúsculo invernal
se esgrimió la inminencia del exilio


T!nCh0
17/11/2013
Fotos: Claudia Serrano

domingo, 10 de noviembre de 2013

El laberinto del jacarandá









Comencé a caminar tranquilo como todo aquel que camina por las calles de su barrio y siente un rugir de familiaridad, de cotidianidad en su pecho, así como quien cree estar ejerciendo su territorialidad barrial. Pero quise escapar a la mirada repetida y consuetudinaria en la que solemos caer cuando transitamos con frecuencia un determinado espacio. Decidí gambetear a esa malacostumbrada  percepción, esa que de tanto dejar que las mismas imágenes  ingresen  por los sensores de la retina, las terminamos asimilamos y las comenzamos a percibir como redundantes, paso previo a que  los síntomas del aburrimiento se apropien de nosotros, sin permitir que se filtre un 
tímido resplandor que autorice hallar algo nuevo en estas formas que se presentan enfrente nuestro día a día. Así fue que opté por seguir los consejos de mi padre de no andar caminando con la cabeza agacha y la postura encorvada, enderecé mi torso y levanté la mirada tratando de encontrar algo entre las hileras de estos árboles que embellecen la ciudad, pero con el respeto necesario que merecen las acequias  mendocinas para no terminar encontrándose uno mismo en el  interior de sus panditas profundidades, con la cabeza rota por culpa de un paso poco afortunado. Todavía no sé si fue un guiño del camino o el mismísimo significado de aquel consejo, pero en el preciso momento en el que me  crucé con una inverosímil figura arborescente de unos veinte metros de alto y con numerosas ramificaciones que con su delgadez se abrían como buscando cantos deambulando por los aires, me  quedé encerrado en un laberinto de jacarandás.  Y ya no recordé el sentido de mi viaje, no sabía si iba al supermercado chino de a la vuelta de mi casa a comprar el paquete de yerba necesario para el también cotidiano matecito merendero, o si en verdad me dirigía hacia donde el azar del gualanday me quería llevar. Me sentí abstraído en otra realidad, la otredad de este ser  tan inmóvil que me observaba con su copa poco densa y su semejanza a un cono invertido me atrapó sin tener  derecho a réplicas. Creí ser parte de esa corteza astringente distrayendo a algún transeúnte idealista con la mirada flechada, me vi haciendo malabares con las hojas, tratando de conquistarlo con el suave aroma primaveral que emergía desde lo profundo del ser. Ese cruce de miradas entre yo y esta especie caducifolia fue como un flechazo al inconsciente, y de ahí en más entendí que era el punto de partida de un juego en el que no existían reglas, sólo debía seguir las señales coloridas de los jacarandás dispuestos alternadamente con moreras híbridas a lo largo de las veredas de San José.  Me dirigí hacia el norte buscando toparme con otro con semejantes características, así fue que a media cuadra del árbol número uno descubrí el número dos con un porte mucho más pequeño que aquél y posado en una tranquila esquina. Del dos pasé al tres que asomaba su cabeza tímidamente desde el interior de una casa y quise invadir esa propiedad privada por el sólo hecho de abrazarlo, pero me di cuenta que a unos pocos pasos hacia el norte me esperaba al joven cuatro, por lo que deserté de mi acto de rebeldía y seguí las riendas hacia el próximo nivel. Andaba con la cabeza como colgada de las pocas nubes que regalaba esa tarde soleada y cálida de primavera. Encontré más ejemplares de ésta especie mimosifolia de los que creí que podía llegar a encontrar, así fue que salté sistemáticamente desde el cuatro al ocho sin darme cuenta ya de la cantidad que recorría, sentía que era un pájaro urbano más que volaba de una rama a otra y contemplaba el tiempo correr sentado en cada confortable rama que localizaba. Cuando me dirigía hacia el próximo ejemplar comencé a sentirme extraño, a preguntarme el por qué de tal estado de anonadamiento, percibía los ojos de la gente que me miraban de reojo extrañadas por la unidireccional posición de mis ojos de cara al cielo; pero en ese paso lento y sin rumbo hacia adelante hallé el árbol nueve junto a mis narices. Ya en el noveno nivel del juego decidí quedarme un rato parado debajo del mismo para observarlo detalladamente, quería saber qué tenía ese árbol para ser capaz de abstraerme a un lugar tan lejano de la realidad. Había algo de su indefinida arboridad que me generaba un goce difícil de descifrar, una mezcla pasmosa entre árbol y arbusto, entre verdes y violeta, entre él y yo. No sé si encontré una respuesta en aquella alquimia, quizá vi las caras de mi soledad acompañada en los folíolos pinnatisectos de las hojas que nacían desde sus brazos, y daban una belleza indescriptible a la tarde; quizá imaginaba estar en otro tiempo y en otro espacio que hacía evocar un sentimiento de enamoramiento hacia el ser inmóvil que tenía en frente. Qué dichoso es noviembre reflexioné, llegar  un día despistado en la agonía de un año que se termina y encontrarse recibido de ésta manera por estos cuasi arbustos florecidos en todas partes. Y ahora no sólo era yo el amartelado, sino también noviembre y la misma esencia del árbol se había eclipsado con las penetrantes miradas. Hasta la insensata sombra que dibujaba en el suelo seducían, y ni qué hablar cuando pasó una brisa ventosa que hizo que comenzara a caer una lluvia de flores azul violáceas desde su cuerpo. Pensé que la inmensidad del cielo se había caído al mirar el suelo pintado con el amontonamiento de las hojas maduras. Continué el camino hacia el árbol número diez y sin darme cuenta me encontraba a media cuadra de mi casa. Parecía que estaba a punto de encontrar la salida del laberinto al que había entrado sin buscarlo, sólo faltaba algo de ese árbol para finalizar el somnífero juego. Restaba por entender cuál sería la llave  que me permitiría abrir la puerta de salida o de llegada al destino que hace un rato había olvidado. Me quedé un momento ensimismado tratando de explicar ese acotado vacío por llenar y al recordar todo el trayecto recorrido me di cuenta que había una última categoría todavía inconclusa para conocer al jacarandá en su totalidad; ya había entablado relación con sus ramas, con su copa, con sus flores, y algo de sus raíces, pero faltaba conocer el significado de su fruto. Ese mismo fruto que cuelga desde las extremidades del mismo y le confieren un encantador exotismo. Ese particular fruto que se presenta como una conchita de mar terrestre, una cápsula plana y leñosa de unos cinco o siete centímetros, capaz de guardar en su interior el comienzo de su propia especie. Ese áspero fruto que acaba de caer sobre mi cabeza mientras estoy mirándolo. Este artesanal fruto que tengo en mis manos para ser guardado adentro de mi bolsillo y  permitirme abrir la puerta de salida. Y ya fuera del laberinto seguro me acompañará a casa y luego será plantado,  con la esperanza  que dentro de un tiempo no muy lejano un jacarandá crecerá en un  rinconcito de mi pequeño jardín, y un día me abstraerá de la rutina nuevamente y me invitará a recorrer su laberinto en un atardecer de noviembre.


T!nCh0
Fotos: Rodrigo Arias

    10/11/2013


domingo, 27 de octubre de 2013

Recuerdos nocturnos

                           A veces cuando el día se está consumando, él accede extenuado a su habitación, cruza hacia el último espacio que visitará en su larga jornada, prende la luz de su cómoda e inicia el acto de desvestirse sosegadamente, comenzando por un suave tironeo de la punta del cordón hasta lograr ver desatadas por completas sus zapatillas negras; prosigue a quitarse el par de medias y dejar que sus pies respiren agitados por sentir ese airecito que permita emitir un suspiro de alivio entre sus dedos, y así continuar la ceremonia hasta desprenderse de ese cúmulo de telas con formas que llevó a cuestas durante horas y cambiarlas ahora por una vieja y gastada prenda que ayer se llamaba remera, hoy pasó a denominarse pijama. Se acerca a su cama y destapa el acolchado y las sábanas que estaban rigurosamente ordenadas así como esperando a que con sus familiares manos abra el pasadizo hacia otra noche de estar juntos, y en ese corto movimiento surge una atmósfera con un peculiar olor a sábanas o a él mismo quizá, que denota el tiempo de compartimiento entre ambos. Se sienta, acomoda la almohada entre su espalda y la pared, desconecta el reloj de su cansado cuerpo, relaja las extremidades y siente cómo sus músculos se distienden así como una energía que se encontraba atorada en cada rincón de la fibra y al fin encuentra un escape para liberarse. Ya habiendo aplacado su cansancio, ya habiendo escuchado el quejido del cuerpo, apaga la luz de su lámpara y se predispone a dormir las pocas horas que le quedan para volver a levantarse. Pero desde la inmensidad de la oscuridad comienzan a aflorar recuerdos en su mente, lo invaden como un enjambre de abejas enfadadas con un estúpido ser humano que atacó su panal y lo pican con desacato clavando su aguijón en los resabios de la memoria, permitiendo que emerjan desde el dolor imágenes de algún tiempo donde todo era primavera y brotaban flores a su andar. Él comienza a sentirse ofuscado, a no entender los límites de su cerebro, intenta reconciliarse con el sueño que hasta hace apenas segundos era su mejor amigo, pero la evocación al pasado que su centro del sistema nervioso envía a la mente es cada vez más fuerte como para evitarlo, por lo que los sentidos entienden el mensaje recibido, lo decodifican y emprenden a activarse, los poros de la epidermis se sensibilizan despavoridos, las amígdalas se ven persuadidas y los párpados son asaltados por la exacerbación del aparato lagrimal hasta desencadenar que una gota baje por el párpado, para que después sean dos y tres, logrando que su rostro sea todo un llanto consumado. Los recuerdos lo han vencido, se han organizado y han levantado un piquete de hecho que les permitió tomar el sentido del presente del joven fatigado y llevarse esa sonrisa construida con mucho esfuerzo durante todo el día.

Qué cruel es este trabajo del inconsciente despachando figuraciones ya sin forma al consciente, recapitulando sentimientos compartidos con otra persona que ya no existen, rememorando a lo más profundo de su alma el devenir de sentirse habitado por alguien a la distancia, retomándole a sus ganas esa fotografía que está quieta ahí en el tiempo, otorgándole sólo el poder de mirarla e invitándolo a que poco a poco se duerma pensando en ella adormecido en su morada. Seguro lo acompañará en el sueño y las imágenes abandonarán la quietud y se sentirá reviviendo esos momentos en un espacio irracional; quizá se reencuentre con jazmines en su boca o quizás la primavera sea sólo un mal juego de su mente y el dolor se magnifique en el sueño, y aparezcan nuevamente las abejas picándole con aguijones más afilados ahora el interior de su ruidoso intestino, haciendo de sus cortas horas de descanso toda una tortura sistemática de dormir y despertar y viceversa, acabando o comenzando circularmente cuando los primeros murmullos de los pájaros se asomen por la ventana y lo inviten a lidiar con su cansancio en otra larga jornada por venir.

T!nCho
Fotos: Claudia Serrano
26/10/2013

lunes, 21 de octubre de 2013

No es fácil ser poeta

No es fácil ser poeta
por estas calles de fantasías vencidas
Tener que andar alborotado
desnudando el alma a cada paso,
con la locura a flor de piel
y el corazón saltando en las manos

Vaya tarea la del poeta

vivir persiguiendo palabras extrañas,
retando estructuras preconcebidas,
hilando cabos por esencia enemistados,
inventándole alas a algún verso agitador
y elevar su vuelo en bocas ajenas

Cuánta responsabilidad tiene el poeta

con ese manuscrito que lleva en el bolsillo
que no desea ignorar la realidad que lo corroe
que pide sentir en carne propia
el dolor de cualquier hermano,
y cambiar el desconsuelo
por bellas estrofas combativas

Señor poeta ¡tenga cuidado!

la blasfemia anda en el aire,
que no lo encuentre desprevenido
que no atolondre sus sentidos,
el mundo anda sediento
de su lírica sin rodeos
de esa mirada enamorada
de un saltimbanqui del delirio

Ya vio querido amigo,

es complejo ser poeta
más aún tenerlo asumido.
Pero si un día intuye
que sus poemas son leídos,
que sus anhelos son anhelados,
que su canto es cantado,
que lo conocen sin conocerlo

Y recitan con su lengua

y luchan con su pluma
y lloran con sus ojos
En ese momento compañero
puede comenzar a sentirse
     un poco presumido

T!nCh0

21/10/2013

Fotos: Claudia Serrano

viernes, 18 de octubre de 2013

Sólo vi

En tus ojos no vi
alegorías presentes
ni jazmines brotando en primavera
ni esa Revolución permanente

Tampoco vi mis ojos
reflejados en los tuyos,
ni un pelito de pestaña
desprendido en tu mejilla,
esperando que el dedo gordo
lo invite a jugar a los deseos

No vi alforjas
rearmándose de esperanzas,
ni una sencilla mueca
que siembre al menos el enigma
de un nuevo comenzar

Pero,
Lo que sí vi en tu rostro
fue una máscara con sonrisas ajenas
efímera y desconocida.

Tu locura intacta
tan bella y llena de vida
con gestos de algún otro carnaval
Una mirada tibia
emparchada, renovada

Dos pájaros volando en un cielo gris
migrando hacia otro destino
lejos del mundo terrenal
y sin necesidad de mirar atrás 

T!nCh0
15/10/13


Fotos: Claudia Serrano

lunes, 30 de septiembre de 2013

Barquito de papel




Junté un puñado de diarios sueltos
los doblé hasta encontrarle forma,
y me fui a andar en alta mar
con mi barquito de papel,
tras un brillo de  Luna

Cargué un par camperas para el frío,
un puñado de flores impotentes,
media tacita de esperanzas
una cantimplora sedienta de vino
y los ojos de mi propia locura

Si alguien sabe dónde voy
entre estas olas que golpean,
que aparezca en la noche oscura
y me lo diga sin resquemor.
 Yo muy claro no lo tengo,
soy marioneta de un viento voraz

Sólo se que llevo impregnado
un perfume que se ha vuelto rancio
con el correr de los días,
y la frente un poco más gastada
en las líneas que exhiben mis gestos

No me hablen de certezas por favor,
del poniente en la madrugada,
de brújulas compañeras,
de tormentas que se apagan.
No más zarazas, no

Prefiero elevar mi canto
en los aires de ésta nada,
imaginar que estoy sonriendo
en los verdugos de mis risas,
restar de mi mochila
lo que ya no haga falta,
y sentarme a tomar un mate
dejando el timón a su antojo

Prefiero ser yo mismo
con el dolor que elija
con las falacias de mi diadema,
y no esperar las promesas
de un rescate  de pura pena

Prefiero empuñar este papel mojado
creyendo en su paciencia,
creyendo en mi dureza
y resistir juntos el vendaval del tiempo
hasta volver a correr desnudo,
quien dice, en  alguna otra primavera



 T!nch0

30/09/2013
Fotos: Claudia Serrano

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Imaginarios urbanos

Imaginarios atrapadas

En una ciudad del mundo

quedaron atrapados los sueños,
emprendieron el lento camino
por las diagonales del olvido
y perdieron su norte en el bosque

Ahora andan desahuciados

raspando callecitas adoquinadas,
tropezando boulevares ausentes,
saltando desde la alta catedral,
fisurándose en el centro
de esa egocéntrica plaza

Y transitan los segundos

desconcertados y sin pan,
mendigando un ramo de luna,
golpeando puertas blindadas,
embriagando los asientos del bar

Atrapados en el panóptico

escuchan voces mudas,
los gritos de su propio ámbar.
Se estremecen en sí mismos
mientras el miedo va carcomiendo
el super yo achacado

En la larga quimera por una salida

la ciudad pintoresca, escafandrista,
los eclipsa entre edificios
aprisionándolos en la urbe,
explotando la última plusvalía remanente
de una lejana ilusión carnavalera



Imaginarios diluidos

En esa ciudad

deje perdida una canasta
cargada de pasiones inconclusas,
un libro favorito prestado
y el retortuño de los días de gaviota

En la copa de esos árboles

quedaron grabadas
las sombras alucinógenas
de las hojas de marzo,
la esperanza renaciente
en la flor del jacarandá

En ese asfalto calcinante

se diluyeron las fotos
de dos veranos calientes,
dos otoños amarillos,
una joven primavera,
un ventoso invierno
y tres días de eterno frío

En esos ómnibus apresurados

se ayuntaron abrazos asfixiantes,
la prisa sin apuro del que espera;
Se desvanecieron los besos en la ventana
las lonjas del paseo placebo

En esa mancomunada ciudad

la humedad transpiró el brillo
de un crepúsculo colorido,
coartó el rayito de sol entrante,
y las calles de su piel
se poblaron de ausencias
hasta perderle el rastro por completo

T!nch0

11/9/2013