Geografía en la calle

Geografía en la calle
"Porque allí van las personas del sueño a la poesía" Silvio Rodriguez

domingo, 29 de noviembre de 2015

Placeritos cotidianos

En el delicado vapor de agua que germina
 desde la yerba triturada del mate
En la sombra a contraluz que transfiguran
los árboles de otoño nocturno
En ese deleitoso aroma a pan casero
que viaja por la atmósfera del barrio
En el baile amorfo y libidinoso
del humo del cigarrillo invernal

tango/ malbec/ pájaros

En el picadito con arcos de piedra
que juegan los pibes en el callejón
En la rabia de las vecinas longevas
barriendo las hojas hacia las acequias
En el aleteo del tímido colibrí
que se animó a merodear por mi jardín
En la fidelidad del libro inquieto
que acompaña los viajes en micro
Albahacas/ cuentos/ ladridos


En el tarareo de recónditas melodías
mientras sobrevuelo la ciudad a pedal
En el estiramiento surrealista de los músculos
teñidos de crepúsculos ambivalentes
En los versos heredados de otros tiempos
que brotan desde la borra del café
En el primer rayito de sol
que regala la primavera al jazmín
Cogoyos/ Fotografías/ Cañitos

En el grito de gol familiar y desaforado
en el pequeño comedor de la casa
En la sonrisa compinche del alumno
que espía desde su banco la libertad
En el eco de los tambores a contratiempo
retumbando en el techo del galpón
En la luces apagadas de la ciudad
en serenas noches de luna llena
Limones/ Mapas/ Sahumerios



En las burbujas de la fría cerveza
que repiten las palabras del amigo
En las manos de la vieja
amasando pintorescas pastas
En el sublime chocolate
que juega jocoso en el paladar
En el momento preciso
en el que se destraba la puerta
Juguetes/ Banderas/ poesías

En la sonrisa inocente del niño
practicando su novata existencia
En los inciertos colores
que la montaña pinta en la ventana
En la galaxia que simulan
las cenizas despidiendo al fuego
En las ganas de despertarme
y seguir añorando revoluciones
En esos placeritos cotidianos
Se halla la efímera felicidad


T!nCh0
17/06/2015

Fotos: T!nCh0

viernes, 20 de noviembre de 2015

Preguntero


¿Qué intempestiva melodía nos convenció
de que no habrá lugar en esos cuarteles
blindados con cerrojos de barro,
para que las pieles centrifuguen sus confianzas
sus  cambalaches desinteresados
las manos trituradas
los gestos decorativos
hasta estamparse en una guirnalda?

¿Cuál fue el miedo que se atravesó
en la mochila del migrante
para no animarse a saltar los alambrados
los muros de sus estigmas
los ladrillos partidos con la cabeza
que mostraban la otra verdad nauseabunda
escondida tras el incierto horizonte
agazapada en el foco de su lente?

¿Qué atrevida mariposa pasó volando
por la alcoba del ósculo
y se llevó prendido a sus alas
las hojas acampando en telas de araña
las palabras atoradas en la laringe
 y se fue escribiendo cartas en el aire
hasta dejarnos mudos de timideces
de los detalles sin naufragio?


Tincho

Noviembre de 2015

Fotos: Agustina Sigismondi

domingo, 15 de noviembre de 2015

Las cosas se toman un respiro


Terminé por convencerme que en este juego de azares en el que andamos no soy el único responsable de andar perdiendo objetos valiosos, ni tampoco el  pueril causante del extravío de personas incandescentes en las referencias de mis mapas. Al leer ese reglamento sin reglas entendí que si se me traspapelan de los días diagnosticados de la agenda; no  es por puro distraído, no es que no sepa resaltar los fechas/las cosas/ las personas importantes, no es porque me desagrade la planificación minuciosa de los actos, aunque realmente sí lo sea.

 Al observar el tablero interpreté que si los amigos, los documentos, las corazonadas se quedan olvidadas en los asientos desconocidos de algún ómnibus; o en el verde césped de algún parque a la hora justa en que se termina el agua del termo; o a la orilla de una cama donde uno hace todo lo que tiene que hacer cuando las sábanas son claras y el colchón es un poco confortable; no es porque le reste importancia que merece, tampoco porque no los sepa amarrar.

Al lanzar los dados comprendí que si a veces se apagan las luces de los faros que alumbran la calle en el instante preciso en el que camino solitario de noche; o se rompe la impresora justo cuando no cabe pretexto alguno que aplaque el enfado de no cumplir con la tarea; o al sacarme los anteojos no pueda reconocer en el otro la misma claridad que creía ver cuando el cristal enfocaba; no es que no sepa observar con atención el itinerario.

 Al mover las piezas dilucidé que si no estuve en la puerta de entrada de la casa para fotografiar con mis párpados al colibrí que se acercó a besar las flores del árbol; que si no pude anticiparme a la caída inminente de las paredes del yenga construidas con absoluta paciencia; que si me di cuenta tarde de que los billetes se habían desprendido de mis bolsillos mientras pedaleaba acelerado; no es porque no sepa controlar mis actos de puro navío desorientado.

Al avanzar en nuevos casilleros asimilé que si pierdo por goleada los partidos del amor; que si no recuerdo las páginas precisas donde se encuentran los versos de un libro que me hizo estremecer; que si volví a sentir junto a mí  a esa persona/objeto/sentimiento cuando olí en el aire una fragancia a primavera de otros tiempos; que si al despertarme un día la devoción por esa verdad que defendí con cuerpo y alma no es la misma que cuando salía a quemarme la barba; no es porque no sepa conservar los deseos estridentes a través de los años.

     Al mirar hacia atrás en este camino de azares recorrido  concluí que en realidad los objetos valiosos, las personas incandescentes, los días de las agendas, los amigos, los documentos, las corazonadas, los asientos de los ómnibus, los termos vacíos, las camas usadas, los faros apagados en las noches solitarias, las impresoras rotas, los lentes desenfocados, los parpadeos en las alas del colibrí, las pacientes paredes del yenga, los billetes desprendidos, los arcos abatidos en picaditos contra el amor, los poemas voladores, las fragancias imborrables, la devoción en la barba son quienes al fin y al cabo deciden tomarse un respiro, unas vacaciones de mí. Para no aburguesarse, para no perder el brillo, para no opacar su grandeza, y quedar en el recuerdo ardiente y sin alma. Porque son libres, tan libres que no se pueden amarrar ni en botellas de encapsular el tiempo. Y en ese goce de la libertad embisten sus seños hacia otros confines que los hospede, que los disfrute, los aprenda a descifrar en el aire. Y ojalá esos nuevos confines no les concedan cadenas aprisionadoras que les coarten su albedrío y les impida migrar nuevamente. Quizás al renovar el viaje nos reencontremos volando a la par con otras formas, en otros espacios, en otros tiempos; cuando por fin se cansen de estar cansados de mí y la necesidad de ese crucial respiro caduque, como también caducan las mejores cosas. 

T!nCh0

15/11/2015


miércoles, 11 de noviembre de 2015

La tregua de la muela


Hoy estoy fresco como la madrugada
la jornada me sabe a pan casero
a jalea de durazno recién abierta
Y es fácil atreverse a soñar con chupetines
con antiguos juguetes recobrando vida
desde acérrimos rinconcitos de la casa,
dispuestos a abrazarme los dedos de los pies
y  sacarme a las cosquillas por la puerta

Hoy estoy sincero como un niño
libre de preocupaciones inertes
Voy reptando por las paredes
con mi lengua de almibar
 con mis uñas de manteca
Sin dejar aureolas de sal
Ni rastros de verdugos acuarela
sólo el vidrio  me sugiere
una simple sonrisa de plastilina

Hoy estoy porfiadamente claro
como los destellos de la persiana
como los ojos que surcaron mi retina
y tengo empuñado en mis manos
un confín de hormigas creativas
un panal de abejas en mi confianza
convencidas de organizar una revuelta
donde se queden afuera las amarguras
por temor a ser picadas

Hoy estoy a pleno como una cascada
en este minúsculo instante
 que hay tregua entre el dolor y la muela



TinCho
10/11/2015

Foto: Claudia Serrano

martes, 3 de noviembre de 2015

Abran las ventanas I


Abran las ventanas de par en par
Que junto al primerizo rayo de sol
Entren los duendes, las mariposas
Los aliados, las arañas y los peces
Que corran los confites de melodías 
a sazonar los recovecos de la cocina
y armen un recital improvisado  
de canciones sin principio ni fin



Que choquen los acordes contra los platos y cubiertos, y hagan enrojecer las alacenas deprimidas. Que vibren las botellas descaradas saltando de una mesa a otra sin estribos. Que desde la punta de la bombilla del mate renazcan las palabras precisas, desenredadas, dispuestas a desafiar la nueva jornada. Que las hojitas desmenuzadas del orégano y el romero rompan con su aroma los frascos aprisionadores, e imiten el baile de las dulces melodías girando en el éter. Que las zanahorias entre mezcladas con zapallitos y tomates pinten grafitis en el blanco techo. Que el duro pájaro custodio  levante los palillos cabeceando al son de la música y el pequeño búho del desayunador cocine fábulas en las sartenes. Mientras todo esto ocurra dejaremos que la cortina anaranjada se convierta en el telón, o mas bien la principal espectadora del entresueño del jauja.


Que entren lxs que quieran he dicho.




T!nCh0


octubre de 2015

Fotos: rejunte de fotos tomadas desde el celular