Geografía en la calle

Geografía en la calle
"Porque allí van las personas del sueño a la poesía" Silvio Rodriguez

martes, 8 de noviembre de 2011

El enfado de mi viaje


Estoy parado en lo alto de este paraíso, las nubes me hacen cosquillas y hasta he logrado posarme por encima de ellas. Estoy  parado a tal altura que puedo ver todo América, mi cuerpo está raro, quizá agitado por semejante ascenso, el oxígeno ha disminuido y los rastros de vida son demasiados escasos. Comienzo a pensar en el pasado y el poniente me seduce con sus coloridos relieves, sus variadas flores y sus mares tan fresquitos. Atrás quedaron las ganas de entrar al continente y demostrarles a todos la energía que tengo en mi pecho, las manos hinchadas de condensaciones pacíficas ansiosas por estallar y algún amigo o amiga por encontrar; atrás quedaron las lluvias románticas en esas lindas ciudades donde la gente corre acostumbrada a acobijarse y abrigarse, a acostarse y mirar la tele o a charlar en familia o hacer el amor. Atrás queda la fría bruma y la pesadez a bordo que retrasaba este contento paso hacia las majestuosas. Era genial ver cómo las calles se quedaban sin público y sólo permanecían las plantas observándome medias apachuchadas pero con cierta alegría, será que verme les genera vida o será  que se hacen las valientes y en el fondo sufrían como aquel que esconde las lágrimas para que el mundo no conozca su dolor. Atrás queda el ascender dejando huellas a mi paso en cada piedrita que toqué o cada tierra que compacté y humedecí con mi sudor; huellas que ojalá mañana traiga frutos que generen riquezas no sólo para algunos pocos sino para todos, eso es un pedido que le hago al señor o señora presidente de turno. Y sí, ese subir ha congelado mis pies, cada cien metros que subía un grado de temperatura descendía, ahora estoy parado en seis mil, seis mil quinientos, seis mil ochocientos y tantos; así que podrán imaginar el frío que se siente a estas alturas.
Miro a mi alrededor y el blanco ilumina la oscura noche, las tormentas blancas danzan para aquí y para allá, algunas traen mensajes diciéndome que son parientes mío, otras vienen a declararme su amor mostrándome sus piernas blancas casi de gringas; pero yo no les hago caso, no quiero compromisos en este momento, me espera un largo camino aún. Casi como haciéndome el distraído, después de haber generado una revoltija importante por aquí, decido seguir mi camino antes de que se haga de día, pero me siento medio mareado entre tantos aguardientes y vodkas tomados para pasar el frío; bueno comenzaré el descenso tengo tiempo para recuperarme.
Y así empiezo a bajar con el pecho vacío por tantas emociones descargadas, mis manos ya se han deshinchado, el frío que siento o que genero es importante todavía, igual confío en que allá abajo un poco más cálido estará. Sigo mi trayecto y mi paso comienza a aumentar con gran ligereza, miro hacia el cielo y veo que el sol nace de cara a mí, éste me guiña el ojo como queriendo decirme que allá abajo están esperándome con cierta clemencia y que mi colega tiene miedo a que nos choquemos. Yo como soy libre y no soy de darle tantas vueltas a las cosas hago caso omiso y dejo fluir mi adrenalina hacia abajo.  La ebriedad comienza a alejarse y entro en estado de resaca, a pesar de ello mi paso aumenta y aumenta, merodeo entre el grandote Tupungato y El Plata. Pero el sol se hace más intenso y necesito tomar agua, mi cuerpo se comienza a calentar inversamente proporcional a la altura. El viaje no comienza a ser lo que yo esperaba, miro hacia todos lados y no me esperan con flores, con cultivos para poder ingerir algo, el agua es escasísima  y está escondida vaya a saber dónde; a penas veo hilitos de ella ¡dónde me metí!. Mi cantimplora se ha quedado sin ni una gota, pasé de la avaricia y el derroche a la sequedad extrema; mi enojo es muy grande en este momento; así que me apuraré lo que más pueda, iré a 150 kilómetros por hora, con la frente y el pecho caliente; iré pateando tierra haciendo remolinos de polvo para descargar mi enojo. Sigo casi moribundo y sólo me ofrecen un amarrete agua de río, aunque bastante rica. Y me encuentro con pueblitos pequeños que me miran atemorizados y se esconden en sus chozas, la amabilidad aquí es extrema, más tierra levantaré aún y los haré sufrir hasta en sus casas. Allá a lo lejos se ve esa ciudad incrustada en un pozo, ahí están los sociólogos, psicólogos o climatólogos que quieren estudiar mis comportamientos y eso me enfada más. Iré a chocarme con el frío y la calma que parecen tener; pero los tomaré por sorpresa, espero que éstas antipáticas nubes no me delaten. Antes pasaré por una de esas lindas bodegas que hay en el camino y tomaré algunos vinos que dicen que son muy buenos por aquí, y así acudiré con mas energía al momento del desastre que armaré. A penas me asomé, mi miedosa y tan fresca colega se fue sin ofrecerme resistencia, ahora tengo el camino libre para hacer de las mías; acá estoy miren para arriba ya me posé sobre ustedes. Aunque dudo que puedan verme con facilidad, el polvillo que he levantado es más de lo que creía, y éstas pelusas primaverales las he tomado de rehén, están jugando a mi favor, siéntanme, suden mi calor, corran cargados de miedo a guardarse a sus casas, pero tengan cuidado que tengo tanta fuerza acumulada que puedo llevarme hasta sus techos. Si ustedes se vieran tosiendo, sus gestos de dolor de cabeza y sus ojos achinados como queriendo desafiarme.
Tan linda que es esta ciudad diariamente, pero hoy me ha tocado llegar enfadado y parece que una vez más la fuerza triunfa sobre cualquier cosa porque esta tarde al menos soy su amo. Las ramas de los plátanos viejitos bailan mi danza y algunas no resisten y empiezan a caer, cuánto pánico he generado en su hábitat, les he cortado la luz y les apago hasta las velas con mi aire, les he hasta suspendido las clases y bloqueado las ventas de sus mercados capitalistas. En algunos lugares me he visto obligado a cargarme víctimas, ojalá que no sean aquellos que sufren todos los días los dolores de este sistema, aunque siempre son los viejitos los más vulnerables. Los hospitales están saturados de alérgicos, de personas que se les bajó la presión o que les pasó factura el corazón queriendo hacerse los deportistas.
Pocas veces en mi vida he sentido esta maldad pero tampoco conocía este poder, va en realidad me habían contado otros parientes pero no les creía, hoy me toca ser protagonista.
Pero ya me siento agotado, la maldad no resiste mucho en mí, luego de ésta tarde tan revoltosa me parece que continuaré mi camino, es que se aproxima alguien con mucha presión a cuesta y un frío intenso que quiere destronarme y ya no tengo fuerzas para seguir dando lucha. Demasiadas maldiciones me he ligado por hoy, creo que es muy reaccionaria esta tierra. Uy y ahí viene ese alguien….
Me pegó muy fuerte y me alejó de esa tierra cuyana, ahora les espera el frío intenso y alguna que otra llovizna, no se emocionen tanto es apenas una llovizna. Yo ahora seguiré mi recorrido o me desintegraré en algún otro cielo, voy con mi dignidad cargada de puteadas de la gente, pero sé que al menos aquellos que me conocen podrán entender que tan malo no soy. Sólo miren al oeste en lo alto en un par de días, les deje unos cuántos milímetros de agua para que pasen el veranito. Chau
T!nch0
08/11/2011