Geografía en la calle

Geografía en la calle
"Porque allí van las personas del sueño a la poesía" Silvio Rodriguez

domingo, 19 de junio de 2011

La vida en dos ruedas


La ciudad cabe en dos ruedas y numerosas pedaleadas, cada día que decidimos salir a diagramar nuestra vida junto con mi compañera "Rogelia". Salgo a pasear
 agarrado muy fuerte de sus brazos y el aire fresco galopa en mi frente, aire enfermo, aire de ciudad. Yo lo combato con mi gorro, que cobija mi calvicie e impide que se congelen las ideas.
El pedaleo es como la vida, hay que dejar lo mejor de nuestras fuerzas todo el tiempo. Hay momentos en que la pendiente es cuesta arriba y nos invita a desafiar los obstáculos del camino. Es en ese instante cuando entramos en contacto con dos polos opuestos del mundo en nuestro interior: En un extremo se ubica la desgana, hermana melliza de la frustración; y por el otro extremo las ganas de vivir, hermana melliza de la victoria, en sólo una cuestión de milésimas de segundos éstas transitan por nuestras venas, doblan por las arterias, y navegan por los nervios hasta entrar a lo más profundo de nuestro cerebro. Éste recibe rápidamente las instrucciones que le dice al oído de su amigo corazón, y juntos deciden dar cuerda a su existencia, emitir puñados de energías concentradas hacia las piernas y desafiar esa colina que parece gigante pero que luego, a paso lento, nos daremos cuenta que no lo es tanto. Sólo requieren de una mirada fija e inquebrantable hacia un objetivo intachable. Quizás al llegar podamos abrazarnos con las nubes, volar junto a las gaviotas o crecer como un árbol; quizás nada de eso ocurra, pero hay que animarse a andar.

Y hay otros momentos en que la pendiente es cuesta abajo y la vida parece ser mucho más fácil. Nos hermanamos con la gravedad, imitamos la ligereza del viento y descendemos a toda fuerza. Ya no nos molesta todo el esfuerzo que quedó atrás al subir la colina, ahora es el momento del disfrute; ahora es el momento de festejar, de soltarle un poco los brazos a la bici y dejar que ella maneje sola nuestro camino; en realidad guiada por nuestras queridas piernas. Sentir que la vida es hermosa, poder hablar con los pájaros, cerrar los ojos y creer que vuelas junto a ellos.

Pero sin embargo, creo que es en la bajada cuando más peligro corremos, quizás nuestros sentimientos o vaya a saber qué, dicen que vayamos para adelante y no medimos los daños. Sinceramente no sé si es más bueno o malo, habría que pensar qué entendemos por bueno o malo, pero aquí la pasión es la que manda. Y nos hace hacer cosas que el cerebro nunca podría. Por ello es necesario tratar de encontrar ese difícil equilibrio para no desfallecer en la primera curva o el primer auto que se nos cruce. Tal vez radica en regular los frenos previamente y saber cuándo es el momento oportuno para utilizarlos. O tal vez es entender cuál es la función que cumplimos sobre esta calle, comprender que seguimos siendo un instrumento con un cuadro de metal, dos hermosos pedales que esperan deseosamente que los hagan girar, un manubrio que gusta que le demos mimos a cada segundo, y un par de ruedas que están hechas para acompañarnos y andar juntos; no justamente para llegar primeros a nada, sino simplemente llegar y descifrar el enigma de la felicidad.

Es por eso que amo salir en bicicleta, no me gusta la comodidad, las cosas en la vida no se ganan esperando sentado a que la victoria venga a buscarnos. Se gana cuando se quiere y nos esforzamos por alcanzarlo. Los obstáculos van a ser muchos más que las victorias tal vez; sino veamos en este camino a casa cuántos autos debo esquivar, en cuántos semáforos frenar, cuánto hollín debo aspirar, cuántas ganas de no pedalear más y dejar de transpirar, cuántos pequeños errores que podrían habernos quitado la vida. Pero un primer paso que podemos dar para afrontarlos como se deben, es entenderlos como pruebas en nuestro camino que están ahí para superarlas y hacernos crecer a nosotros mismos. Consiste en desafiarlos cantando fuerte una canción que nos de vueltas en la cabeza y que haga ablandar nuestras emociones, por más locos que crean que somos; consiste en abrir los ojos enormemente y creer que ellos son dos encandilantes faroles que iluminan la senda; consiste en seguir hacia adelante convencidos de que andar en bicicleta es libertad, como así también respeto a nuestro ambiente y a los demás habitantes de esta preciosa ciudad; consiste en ir repensando las cosas que hicimos mal para mejorarlas y superarnos día a día; consiste en ir soñando el mundo mejor que quisiéramos tener; consiste en entender que andar en bicicleta es amor a la VIDA.

Ojalá mañana seamos diez más los que andamos, y pasado mañana viente, y así sucesivamente. Hasta quién sabe en un momento seamos cientos de miles, y en cada barrio haya organizaciones de ciclistas que discuten y diseñan ese mundo mejor, que hagan política, que hagan arte, que hagan deporte, que hagan familia, que hagan trabajo, que hagan cultura andante. Y quizás un hermoso día nos veamos todos juntos en una mega bicicleteada sumando compañeros por cada rincón que pasemos, y que encima de dos ruedas se forje la "Revolución de las bicis liberadas".

31/05/2011

T!nCh0