Y fue a dar con él el sosiego de la tarde
Logró incendiar el cáliz camuflado en su ombligo
del abrasamiento del aliento acaecieron cerezas,
tormentas de pétalos de envalentonado crepúsculo
Se hizo trasparente el dinamismo de sus venas
El rumor del cielo avivó su clarividencia
Pasó una golondrina escupiendo corazones
Del manto de la arena asaltaron los cogollos
Que fueron a encender las antorchas de sus pestañas
y la flor del ceibo dormitó deseosa en su piel
La dicha fugitiva se hizo presente en su alcoba
Sacó su facón escarlata y degolló a los avatares
Salieron volando del tórax bandadas de canarios colorados,
El diablo enganchó su tridente en las multitudinarias patas
Y se mandó a mudar con esos besos de rubí
que en algún rincón del tiempo lo hicieron estremecer
Sucede que cuando el atardecer coquetea el mundo
Él se derrite como el cebo de una vela activa
Sus ojos se mimetizan como arándanos patagónicos
resurgen ríos de vino de su canto complacido
enrojece de alegría su roja rabia
y una revolución germina en sus poros
Aún me sorprende la cantidad de pavadas hechas metáforas que puedo decir de un lindo atardecer, mientras pasan tantas atrocidades en el mundo.
T!nCh0
15/12/2014
Fotos: Rodrigo Arias
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