preguntó Limbert
con sus deditos de cobre
y sonrisa de zinc
En su palabras colgaban
juguetes ausentes en las manos
orejitas aturdidas por estruendos
la niñez extraviada en el cerro
Su inocente interrogante
era un tajo sin coagular
era la voz desgarrante
del obrero atrapado entre las piedras
que no alcanzó la claridad
El ofrecimiento de Limbert
era una puerta abierta al pasado
las lágrimas de coca del tío
el alcohol etílico antídoto del frío
pulmones negros respirando polvo
que escupen sangre por la boca
reiteró Limbert junto a su hermano
con su carita manchada de Potosí
con la viveza de un mayor prematuro
y los escasos años que restan
para calzarse el casco de minero
T!nCh0
14/01/2014
Fotos: Claudia Serrano
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